Todo lo que no es recíproco te cansa. Me cansé de dar más de lo que algunas personas merecen.
Estoy cansado de tener que preguntar, de llamar, de buscar y dar amistad, cariño y consideración a los que no les importan.
Sé que hay personas que están más desconectadas que otras y, a veces, ni siquiera es a propósito. Pero incluso eso aprendemos a reconocer.
Tengo algunos amigos con los que no hablo todos los días, con los que no hablo a menudo, pero sé que puedo contar.
Sé que en algunas relaciones puedo tratar con personas que muestran amor a su manera, pero hemos aprendido a notar cuándo es real.
En pequeños gestos y pequeños detalles.
Con el tiempo, maduramos y entendemos la diferencia. Y damos amor y cariño en la misma dosis que recibimos.
Hoy ya no alimento nada que no sea recíproco.
Y desde ya te voy avisando: nunca esperes de mí lo que no me diste.
No preocuparse también es una opción. Y por cada elección, una consecuencia.
Sé que nadie es perfecto y que cada persona tiene su propia forma de cuidar, amar y ser presencia. Pero una relación nunca es monosilábica.
No pilotas esa historia solo o sola. Hay que saber cuidar.
La admiración, el respeto, el cariño y la atención, aunque estén presentes en pequeños gestos cotidianos, deben manifestarse.
NO HAY RUTINA QUE IMPIDA QUE ALGUIEN TE ENVÍE UN ‘¿Está todo bien ahí?», «BUENAS NOCHES», «CUÍDATE MUCHO», «QUE TENGAS UN GRAN DÍA», «TE EXTRAÑO» …
La rutina puede ser la gran villana de muchas relaciones, pero en algunos casos, en casos muy raros, es en ella donde nos damos cuenta de la importancia que tenemos en la vida de los demás.
No sé ustedes, pero yo estoy cansado de ofrecer más de lo que algunas personas merecen.
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