Sanar tus heridas

Las palabras y las actitudes revelan que la herida está expuesta

Odio, rencores, dolor, culpa, no perdonamos, los signos de que estamos heridos son cada vez más claros en nosotros. Las palabras y las actitudes revelan que la herida está expuesta. (Col 3.8) ⁣

¿Qué hacer para romper este ciclo de dolor? ⁣⁣

Uno de los primeros pasos es aceptar que necesitamos ser sanos. “Sáname, oh Jehová, y seré sano; sálvame, y seré salvo; porque tú eres mi alabanza.» (Jeremías 17:14)

Permitirse ser sanado es para aquellos que quieren crecer en Dios y alcanzar nuevos niveles. Cuándo te permites sanar, dejamos que lo que no nos pertenece muera y vemos que lo nuevo de Dios brota en nosotros.

Leer también ➜ JESÚS PUEDE SANAR

Esto sucede cuando renunciamos a la carnalidad con la que tenemos que luchar a diario y las heridas que manchan nuestra existencia. A veces necesitamos sanar no solo para nosotros mismos, sino para no enfermar con nuestras heridas a quienes amamos y quieren nuestro bien.

Una mujer traicionada necesita ser sanada para sanar a sus hijos. Un hombre herido puede enfermarse durante toda una generación. José estaba presente cuando vio a Esaú perdonando a Jacob. Más tarde, José mismo tuvo que liberar el perdón para sus hermanos. ⁣⁣ Los padres sanados engendran hijos sanados para sanar. ¡El perdón deja un legado por generaciones! ⁣⁣

Dejar el pasado es esencial

Otro paso importante es comenzar de nuevo, pero para esto, dejar atrás el pasado es esencial. (2 Cor 5.17) (Fil 3:13.) El secreto es hacer como Jeremías:

«Esto recapacitaré en mi corazón, por lo tanto esperaré.» (Lm 3.21).

Ser curado del pasado es saber elegir qué recordar y ser curado es traer la memoria a las cosas buenas, saber recordar es traer una nueva perspectiva a este nuevo comienzo.

Necesitamos dejarnos guiar por Dios y no por nuestros traumas. Jesús es nuestro verdadero Señor y Señor de nuestras vidas. Él solo tiene el poder de penetrar nuestros recuerdos y transformarlos de la oscuridad a la luz (Is 53,4-5) ⁣⁣

Pero para que Jesús actúe sobre nuestras heridas, debemos querer hacerlo. Se requiere un acto de rendición y dependencia.

No lleves heridas, sino cicatrices. ¡Dios puede incluso exponer nuestras heridas, pero Él sana! ⁣⁣

Antes de morir, Jesús fue herido. Pero cuando resucitó, no llevó heridas, ¡Él llevó cicatrices! ¡Él estaba sano!

Pr. Ageu da Rosa⁣⁣

(Instagram @ageudarosaoficial) ⁣

Foto: unsplash/Jan Huber