Todos tenemos esa bendita debilidad. La debilidad muestra que necesitamos ayuda. No podemos resolver todo solos.
Necesitamos a alguien más fuerte. Dios tiene la fuerza que necesitamos en la debilidad.
¡No hay nada que él no pueda hacer!
Cuando somos débiles, aprendemos a depender de Dios, no de nosotros mismos. Él nos da la victoria en la debilidad para mostrar que toda fuerza proviene de él.
¡La bendita debilidad que me acercó mas a DIOS!
Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.
2 Corintios 12:9
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