El trastorno de ansiedad es una reacción a situaciones que pueden causar miedo, dudas o expectativas.
Cualquiera puede verse afectado, hombres y mujeres de todas las edades. Aquí hay nueve cosas que a toda persona ansiosa le gustaría que supieras:
1. No es falta de confianza en Dios. El miedo al futuro o las cosas que no salgan según lo planeado puede verse como una falta de confianza en Dios, pero va más allá de los límites de la fe. Y a menudo trae culpa, lo que no ayuda, empeora.
2. A veces, no tengo un motivo claro por el que me preocupo. Ni siempre existirá un evento, una respuesta, algo que sea el punto clave para la ansiedad perpetuase. Muchas veces, desconozco los motivos de tanta ansiedad, o lo que me deja aún más angustiado.
3. Los síntomas físicos no son teatrales, son reales, y me encantaría que no lo trivializara: taquicardia, dolor de cabeza, náuseas, dolor abdominal, entre muchos otros. Hay días en que la ansiedad parece hacerse cargo. Desde el momento en que abrimos los ojos por la mañana, ya sentimos ese pequeño escalofrío en el vientre y esa sensación de que algo está por suceder. Pasamos todo el día ansiosos, angustiados, agitados y al mismo tiempo paralizados: el trabajo, los estudios, los compromisos, todo no parece dar resultado.
4. No digas que nos vas a decir algo o que necesitas hablar más tarde, eso nos mata por dentro. Maquinamos cosas en la cabeza, tratando de adivinar lo que podría ser. Pensamos y pensamos de nosotros mismos y nuestras actitudes quinientas veces, si es necesario, y todo es agotador.
5. Es una lucha todos los días. Hay días en que todo está tranquilo dentro de nosotros; En otros, hay tormentas que no podemos detener.
6. No me compares con nadie. «Ah, pero fulano pasa por la misma situación, espera la misma respuesta y no se queda así». Las conversaciones como esa no agregan nada. Eso es todo, gracias.
7. Antes de ir a dormir, nuestras cabezas a veces burbujean con ideas, pensamientos, miedos y, de repente, como por arte de magia, el hecho de apoyar nuestras cabezas contra la almohada para dormir, la ansiedad se convierte en el escenario para todo, desde ideas locas hasta repensar en mil cosas que pasaron en el día.
8. La angustia es tan grande que te hace doler el pecho. La ansiedad te sofoca. Te hace mal. Nos quita la concentración de todo. Solo la miramos, tratando de entender a dónde nos llevará todo eso. Y aunque nuestras preocupaciones o temores no son reales, todo sucede en el interior, como si lo fueran.
9. Y por último, te llaman de ansioso(a). Eso no es un apodo o un apellido.
Si por acaso quieres ayudar, sé un refúgio. Ya existen muchas personas siendo tormentas.
¿Qué tal compartir estos consejos con tus amigos y familiares? De esa manera, será posible tratar mejor a ese ser querido que se enfrenta a este problema y ayudarlo a superar la ansiedad.
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